Por: Israel López
En medio de una complicada y prolongada pandemia, rápidamente nos situamos en
septiembre, mes patrio por excelencia, en el cual se cumplen 210 años del inicio del
movimiento de independencia, después de permanecer dominados durante tres siglos por la corona española.
Aunque motivos nos sobran para mantener el orgullo intacto por nuestro país durante todo el año, septiembre es un mes donde el nacionalismo sale a flote, un escenario que
solamente es comparable cuando la selección mexicana de fútbol disputa un partido
importante o participa en alguna competencia trascendental, como el mundial o los juegos olímpicos.
Y precisamente en acontecimientos como los que describo, aprovechando su magnitud,
es cuando se muestra ante el mundo nuestra riqueza cultural, desde el típico traje de
charro, los penachos aztecas, la caracterización de personajes íconicos como El Chavo
del 8, y por supuesto, el colorido y misticismo de las máscaras de lucha libre.
Las capuchas de luchadores mexicanos como El Santo, Blue Demon, Mil Máscaras,
Canek, Rayo de Jalisco, Huracán Ramírez, Rey Mysterio, La Parka, Dr. Wagner Jr. y
Místico, son reconocidas en prácticamente todo el orbe, sin importar si la lucha libre sea o no un deporte popular en determinados países.
Incluso, en encuentros especiales o de gran trascendencia, muchos gladiadores (entre
ellos, algunos de los mencionados), han portado máscaras ad hoc con motivos patrios,
resaltando los colores de nuestra bandera, por lo que las máscaras tricolores de Dr.
Wagner Jr., Canek o Rey Mysterio son a mi punto de vista, una auténtica expresión que
resaltan perfectamente nuestros rasgos culturales.
Asimismo, existen luchadores cuyos personajes están inspirados en nuestras raíces, el
más claro ejemplo es Sangre Azteca, un elemento con el suficiente talento, pero a que mi consideración, no ha recibido la proyección que realmente merece, y además, su
máscara, que contiene elementos distintivos, es una verdadera alabanza a la cultura que se asentó en la antigua Tenochtitlan.
Indiscutiblemente, somos privilegiados de nacer y vivir en este gran país: la mejor
gastronomía, los mejores paisajes, la mejor música, la gente más trabajadora, las mujeres más bellas y la mejor lucha libre se encuentran aquí.
¡Por nuestra lucha y por nuestro México!
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